50 años del Golpe de Estado en Chile: El otro 11 de septiembre

El 11 de septiembre de 1973, los militares chilenos derrocaron al gobierno de izquierdas elegido. Siguieron torturas y asesinatos.

El presidente Salvador Allende, con casco, en el palacio presidencial de La Moneda durante el golpe de Estado Foto: Redux/laif

El país era una esperanza. Después de la fracasada Revolución húngara de 1956 y la Primavera de Praga que fue sofocada por las tropas del Pacto de Varsovia en 1968, parecía que el socialismo democrático en Chile tendría una nueva oportunidad.

Seis partidos se unieron en 1970 para las elecciones presidenciales en Chile bajo la coalición de la Unidad Popular y acordaron al médico Salvador Allende como candidato: El Partido Socialista de Allende, el Partido Comunista, el Partido Izquierda Radical y el Partido Socialdemócrata, así como dos escisiones separadas del Partido Demócrata Cristiano, a saber, el Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU) y la Izquierda Cristiana.

El programa de la Unidad Popular era antiimperialista en el sentido de que exigía la expropiación de compañías estadounidenses en la gran minería del cobre, como Anaconda y Kennecott. También era antifeudal porque abogaba por la continuación y radicalización de la reforma agraria iniciada por el predecesor cristianodemócrata de Allende, Eduardo Frei, y era anticapitalista porque promovía la nacionalización de grandes corporaciones industriales y bancos.

En las elecciones, Allende solo obtuvo una mayoría relativa contra el candidato conservador Jorge Alessandri pero en la segunda vuelta del congreso logró prevalecer gracias al apoyo de los cristianodemócratas. Desde el principio, no faltaban enemigos. El ministro de Asuntos Exteriores estadounidense, Henry Kissinger, y el servicio de inteligencia CIA hicieron todo lo posible para evitar la elección de Allende, y cuando no lo lograron, buscaron derrocarlo.

La economía creció inicialmente

Este texto es parte del dosier que se publicó el 8 de septiembre de 2023 en el periódico taz en motivo de los 50 años del golpe militar en Chile. Apoyado por Estados Unidos, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 puso abruptamente fin al gobierno democráticamente elegido del socialista Salvador Allende. Más de 3.000 personas perdieron la vida durante la dictadura que siguió (1973-1990). Muchas más fueron encarceladas, torturadas y obligadas a exiliarse. La Fundación taz Panter, junto con la Fundación Rosa Luxemburg y con el apoyo de la Fundación Umverteilen, conmemora 50 años después los acontecimientos de entonces y, al mismo tiempo, se pregunta, cómo influyen los hechos de hace 50 años en el día a día en el Chile actual. Estos y otros textos, los encuentran también aquí en alemán.

Sin embargo, el primer año del mandato se desarrolló de manera muy favorable para la Unidad Popular. La redistribución masiva de ingresos a favor de los pobres impulsó fuertemente la demanda y generó un cierto crecimiento económico. El hecho de que la demanda de papas, frijoles y cigarrillos aumentara en aproximadamente un 50 % solo demostró la extensión de la pobreza previa. Pero también significaba que los problemas de abastecimiento se volvían inevitables.

En el segundo año, Chile se convirtió en un laboratorio de la lucha de clases que se intensificaba cada vez más. Esto se debía principalmente a las clases más adineradas del país. Mujeres de los barrios más acomodados de las ciudades se armaban con ollas vacías y marchaban por las calles golpeándolas con fuerza. En 1972, la asociación de transportistas organizó una huelga destinada a paralizar por completo el suministro a la población.

Los seguidores de la Unidad Popular no se quedaban inactivos. En los cordones industriales de las ciudades, se unieron a órganos de „poder popular“ con el fin de controlar la producción. En los barrios, formaron sindicatos destinados a asegurar el abastecimiento de alimentos importantes.

En las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, los partidos de la Unidad Popular obtuvieron el 43 % de los escaños, evitando así la mayoría de dos tercios de la oposición que habría sido necesaria para destituir a Allende. Debido a las aprensiones de un golpe, Allende finalmente convocó a altos mandos militares leales al gobierno en 1973. De esta manera, el Comandante en Jefe del Ejército, el General Prats, fue nombrado Ministro del Interior.

„¡La historia es nuestra!“

El cuidadoso intervencionismo del General Prats frustró un intento de golpe de estado a finales de junio de 1973, conocido como „tanquetazo“. Esto hizo que los partidos de la Unidad Popular se sintieran aún mas seguros en la creencia de que se podría evitar el golpe. La redacción de Chile-Nachrichten (hoy en día: Lateinamerika-Nachrichten), fundada en Berlín en esos días, mostraba minuciosamente cómo todo parecía conducir a un golpe de estado, pero al mismo tiempo estaba completamente convencida de que el golpe nunca se llevaría a cabo.

En aquel tiempo, el General Prats fue tan fuertemente insultado como „cobarde“ por esposas de generales que finalmente dimitió y ordenó a Allende, su adjunto, nombrar al General Augusto Pinochet, considerado leal, como nuevo Comandante en Jefe del ejército. Con esto, el destino de la Unidad Popular quedó sellado. Allende decidió tomar la ofensiva y anunció un referéndum para el 11 de septiembre de 1973. En respuesta, los comandantes en jefe de las fuerzas armadas, Augusto Pinochet (ejército), José Toribio Merino (marina) y Gustavo Leigh (fuerza aérea) adelantaron la fecha del golpe que originalmente estaba planeado para más tarde al 11 de septiembre.

Salvador Allende todavía pudo viajar desde su casa al Palacio de La Moneda esa mañana. Desde allí, todavía envió mensajes a través de la radio a su pueblo. En ellos, dijo: „Esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a Ustedes. […] Sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. […] Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.“

Mientras la fuerza aérea atacaba la Moneda y destruía partes del edificio, Allende ordenó a sus acompañantes que abandonaran el palacio. Como se comprobó más tarde, se quitó la vida con un arma que le había regalado Fidel Castro.

Llevados a campos de concentración

Los opositores al golpe fueron perseguidos implacablemente desde el principio. Cientos fueron asesinados, miles fueron torturados y decenas de miles fueron llevados a campos de concentración. El Estadio Nacional de Santiago se convirtió en el campo más importante. Paul Schäfer, un líder alemán de una secta con tendencias pedófilas, puso a disposición de la DINA, el servicio de inteligencia de los golpistas, su asentamiento Colonia Dignidad en una provincia del sur como lugar de tortura.

La DINA también operó en el extranjero. Así, fueron asesinados en plena calle el General Prats en Buens Aires, el ex Ministro de Asuntos Exteriores socialista Orlando Letelier en Washington y el famoso cristianodemócrata de izquierda Bernardo Leighton en Roma. No les sirvió de nada haber huido al extranjero, al igual que cientos de miles de otras personas. Con la ayuda de otros servicios de inteligencia de dictaduras sudamericanas, la DINA fundó la Operación Cóndor con el fin de coordinar acciones conjuntas contra movimientos democráticos.

En Chile, derogaron la separación de poderes: el poder legislativo y ejecutivo quedaron en manos de la Junta. Si las leyes violaban la constitución existente, se considerarían automáticamente como enmiendas constitucionales. Sin embargo, cuando los generales tomaron el poder en 1973, Pinochet y sus colegas todavía no tenían un proyecto de gobierno completamente elaborado. Su principal objetivo era político: „la erradicación del cáncer marxista“, como lo denominó el General de la Fuerza Aérea Gustavo Leigh.

En Chile, derogaron la separación de poderes: el poder legislativo y ejecutivo quedaron en manos de la Junta

Muy pronto quedó evidente que la junta militar tenía otros objetivos políticos que la restauración de la situación antes de la elección de Allende. Hernán Cubillos, miembro de la dirección del periódico El Mercurio, el órgano central de la gran burguesía chilena, recomendó a los almirantes aquel grupo de economistas cuya mayoría provenía de la Universidad Católica y había estudiado en Chicago.

Fondos facilitados por la CIA

Desde 1972, estaban elaborando un plan para desestabilizar y derrocar al gobierno de izquierda. Una comisión de investigación del Senado de los Estados Unidos anunció más tarde que los fondos para las actividades de estos „Chicago Boys“ se ponían a disposición de la CIA a través de canales establecidos con la ayuda de organizaciones empresariales chilenas.

Entre 1973 y 1980, finalmente se suprimieron todos los controles gubernamentales sobre los precios minoristas; solo los salarios, los precios de la mercancía de la mano de obra, quedaron estrictamente controlados. El proceso de la „apertura del mercado“ para operaciones extranjeras también se desarrolló rápidamente. Los aranceles promedios de importación se redujeron gradualmente del 92 al 10 %. Al mismo tiempo que la reducción de los aranceles, se eliminaron también todas las restricciones de importación y se redujeron significativamente los gastos públicos.

Los Chicago Boys centraron nsus esfuerzos en expandir la lógica del mercado a la totalidad de las relaciones sociales. Las llamadas „modernizaciones“ implicaron la privatización de servicios sociales esenciales en el ámbito de la salud, la educación y el seguro social, así como la elaboración de un „plan laboral“ destinado a reprimir los sindicatos existentes. Todas estas medidas tenían como objetivo la reducción del poder del estado y la atomización de la sociedad civil.

Redistribución sin precedentes de ingresos

Esto conllevó una redistribución sin precedentes de ingresos y riqueza en perjuicio de las clases más pobres de la población. Años de tasas de desempleo extremadamente altas y salarios reprimidos violentamente llevaron a que, cuando el crecimiento volvió a ser posible después de 1986, estas clases tuvieran una porción aún más pequeña de la tarta reducida lo que convirtió a Chile en uno de los países del mundo con la distribución de ingresos y riqueza más desigual.

El resultado permanente de la „revolución“ neoliberal consiste en que se instó a las personas con todas sus fuerzas a hacer de su bienestar personal la medida de todas las cosas. La solidaridad – que para Friedrich August von Hayek era la característica de la horda primitiva incivilizada pero que en Chile antes de 1973 era una virtud muy extendida – ya no estaba en demanda.

Al menos, la insurrección que ha estado sacudiendo a Chile desde 2018 ha avivado la esperanza de una nueva constitución. Hasta ahora, lamentablemente, en vano.

Urs Müller-Plantenberg, nacido en 1937, sociólogo, cofundador de la revista alemana „Chile Nachrichten“ (ahora „Lateinamerika Nachrichten“) en 1973.

Traducido del alemán por Piet Aaron Fenske

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